Diario de Ibiza
Daniel Azagra Ibiza 07.05.2017
Medio ambiente. A mediados de enero saltaba la alarma sobre los olivos centenarios de Puig des Molins, patrimonio natural del museo y de la ciudad: dos árboles habían dado positivo afectados por la Xylella Fastidiosa y era necesaria una intervención urgente para atajar esta amenaza. Tres meses después, los olivos lucen en el recinto como no lo hacían desde hacía décadas.
No hay mal que por bien no venga. Los olivos centenarios de la necrópolis de Puig des Molins lucen esta primavera como cuando antiguamente esta ladera estaba llena de bancales de cultivos sustentados por parets secas y todavía no se había empezado a excavar. De aquello ya hace un siglo. «Yo en mis cincuenta y tantos años de vida no había visto los olivos así de bien», asegura el director del Museo Arqueológico de Eivissa, Benjamí Costa.
La ‘culpa’ de este esplendoroso aspecto del olivar la tiene la Xylella Fastidiosa, la bacteria que se cierne sobre el cultivo balear y que en la necrópolis de Puig des Molins amenaza a cerca de 300 ejemplares, algunos con más de 400 años de vida. La xylella se cargó a dos olivos que estaban situados en la parte alta del recinto y que dieron positivo en los análisis efectuados por los técnicos; y ha obligado a la administración a realizar una intervención urgente en el resto de ejemplares, así como la docena de almendros que todavía resisten. Como en el resto de cultivos donde se ha actuado contra esta bacteria, el protocolo que marca la conselleria de Medio Ambiente es el de contención; es decir, primero eliminar y calcinar el ejemplar infectado por la bacteria y luego, podar, sanear y extraer las hierbas que crecen alrededor de los árboles, que se convierten en los principales vectores de esta enfermedad.
Una vez al año
El director del museo se muestra satisfecho por la intervención que está realizando los operarios de Tragsa desde hace un mes y que está a punto de finalizar, pero confía que este trabajo no sea una actuación esporádica. «Ya he hablado con la conselleria para que traten de destinar una partida fija a este cometido, porque si no dentro de un año volveremos a estar igual y la amenaza de la xylella y de otras enfermedades siempre va a estar presente», señala Costa.
Hasta ahora, el único cuidado de estos árboles era las podas que hace la Agrupación de Defensa Vegetal y Sanitaria del Olivar de Ibiza, que, con un grupo de voluntarios, se dedica a podar los árboles, «pero que lógicamente no puede podar más media docena al año», dice Costa.
Los dos casos localizados en el museo de árboles afectados son un pequeño porcentaje de los muchos que hay repartidos por la isla. «Hasta la fecha se han detectado unos sesenta, de los que se han eliminado la mitad», apunta el conseller de Medio Ambiente, Miquel Vericad. ¿Y porqué solo la mitad? Pues porque la tramitación en estos casos para intervenir en estos árboles «es lenta y el procedimiento es un poco complejo» hasta que se tienen todos los permisos para poder exterminar el ejemplar infectado.
Erradicar o contener
A pesar de que ya son más de sesenta los ejemplares detectados, Vericad recuerda que todavía se está en una fase primigenia de la plaga y que ahora lo más importante es la decisión la Unión Europea sobre cómo afrontar la lucha contra la xylella: si seguir con la contención o aplicar la erradicación.
La contención es la medida que ha aplicado el Govern y la erradicación es la que ha impuesto la Unión Europea en otras plagas de xylella, que implica la destrucción de todos los árboles y plantas de las 300 especies susceptibles de ser infectadas en 100 metros a la redonda de cualquier ejemplar contagiado, lo que en el caso de Balears afectaría a cientos de miles de árboles (por ejemplo, se tendrían que eliminar todos los olivos de Puig des Molins) y generaría un enorme impacto en la agricultura y el paisaje, según el Govern.
De momento, antes de que la UE adopte una decisión definitiva (dentro de un mes está prevista la visita de los técnicos a Balears para analizar la situación), la administración local ha adoptado sus propias medidas de control, tanto en los viveros como en el puerto y en el aeropuerto, donde se confiscan las plantas o vegetales que los ciudadanos pretenden sacar fuera de la isla.
«En muy poco tiempo se inmovilizaron en el aeropuerto dos sacas grandes de plantas, como ramas de romero o de olivo», explica Vericad, quien reconoce que estas medidas son una «pequeñísima» parte del trabajo que hay que hacer. El conseller señala que la idea también es informar y formar en este tema a los particulares y propietarios a través de las asociaciones de vecinos, parroquias, etc.
[ssba]