En pocos pasos y con ingredientes sencillos hemos elaborado estas sabrosas galletas.
Todos sabemos que las nueces son un alimento saludable: contienen vitaminas, minerales y gran cantidad de antioxidantes que ayudan a nuestro organismo a reducir el riesgo de padecer ciertas enfermedades. Además reducen el colesterol, como todo el mundo sabe.
Con ellas podemos elaborar muchísimos platos, tanto dulces como salados, aunque aquí sólo tienen cabida los dulces como estas galletas.
Y qué decir del jengibre: tiene también propiedades terapéuticas importantes (antiinflamatorio, mucolítico, antibacteriano…) y un sabor fuerte, entre picante y dulce. En la cocina se utiliza de muchas formas, desde fresco a seco, pasando por jengibre caramelizado o encurtido en vinagre.
Para hacer estas galletas hemos utilizado jengibre fresco rallado que, para el que no le guste su sabor demasiado potente, se puede sustituir por jengibre seco molido que es más suave. Incluso puede utilizarse jengibre confitado en trocitos pequeños que, combinado con las nueces, dan como resultado una galleta crujiente muy sabrosa.
INGREDIENTES: (para unas 16 galletas)
– 100 gr. de mantequilla
– 100 gr. de azúcar moreno
– 170 gr. de harina de repostería
– 1 huevo
– 100 gr. de nueces picadas
– 1 cucharadita de jengibre molido
– azúcar para cubrir las galletas
– una pizca de sal
ELABORACIÓN:
Batimos la mantequilla ablandada con el azúcar moreno. Añadimos el huevo y removemos hasta integrarlo.
Agregamos la harina tamizada, el jengibre, la sal y las nueces picadas. Obtendremos una masa pegajosa que amasaremos un poquito hasta conseguir que no se pegue en las manos.
Después formamos un cilindro con esa masa, de unos 5 cm. de diámetro. Lo envolvemos en film transparente y lo metemos a la nevera 1 hora como mínimo.
Espolvoreamos la superficie de trabajo con el azúcar blanco. Retiramos el film y hacemos rodar el cilindro de masa sobre él, hasta que quede bien cubierto.
A continuación, cortamos rodajas de 1 cm. aproximadamente de grosor. Si las galletas nos gustan más dulces, pasamos la superficie de las rodajas por el azúcar espolvoreado. Incluso podemos añadirle canela en polvo.
Las ponemos sobre papel de hornear encima de una bandeja de horno. Las mantenemos unos 10 minutos o hasta que veamos que empiezan a dorarse levemente, en el horno precalentado a 200º. Hay que tener mucho cuidado de no pasarse con el tiempo de horno: si se doran demasiado tienden a endurecerse.
Dejar enfriar y servir, a ser posible, con una buena taza de té, chocolate o café.
Quedan muy rústicas y caseras, como a nosotras nos gustan.
Disfrutad de su delicioso sabor.